La
mayoría de las novelas que tratan la muerte de algún familiar recurren al frío
intelectualismo para desgajar los hechos economizando los sentimientos. Este no
es el caso de También esto pasará (Anagrama,
2015), una novela en la que Milena Busquets novela el luto por la muerte de su
madre, la célebre editora de Lumen, Esther Tusquets. Lo que llama más la
atención de este libro que está siendo traducido al inglés, al francés, al
alemán, al italiano y al portugués y que será editado por los mejores sellos europeos
–Gallimard, Rizzoli, Suhrkamp, Hogarth Press, entre otros– es que apela,
justamente, por el procedimiento contrario: es una explosión de
sentimentalismo.
También esto pasará |
La
espiral de encuentros sexuales y la necesidad de reafirmar la vida en las
relaciones con los amigos y con los hijos, construyen un argumento inusual que
transcurre durante un verano en Cadaqués, pero cuyo mensaje final es la
transitoriedad de la vida. La exploración de la pérdida y el dolor que emprende
la autora en esta obra interesa al lector porque cifra dentro de una aparente
superficialidad uno de los misterios más grandes de la existencia: cómo navegar
dentro del vacío enorme que deja la muerte de un ser querido. “La ligereza es
una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo”, escribe quien
también trabajó varios años como editora y la fuerza de esta declaración –que
puede llegar a sonar a perogrullada si no se resemantiza– solo queda en
evidencia cuando se complementa con otras: “Amamos como nos han amado en la
infancia, y los amores posteriores suelen sor solo la réplica del primera amor”.
Es por eso, por el fallecimiento de la madre, que para la narradora es el amor
definitorio de su vida, que intenta resolver el dolor con el exceso de los
otros amores. Los amores menores, los transitorios, ahora que el definitivo se
había marchado.
Busquets
se propuso anotar su luto a través de la descripción ficticia de un viaje
familiar que hace con sus hijos y sus amigos más cercanos a la casa de veraneo
de su familia, unas semanas después de que ha enterrado a su madre. Por eso, a
ratos, la voz que narra en primera persona se saca de la manga a una
interlocutora, la madre muerta, que queda interiorizada dentro de su hija como
pasa cuando se van de nuestro lado quienes guiaron los primeros años de nuestra
existencia: su voz está presente, con la sonoridad de su tono y los lugares
comunes de sus expresiones. “Te preocupaba que hiciese tanto tiempo que no me
enamoraba de verdad, que hubiese convertido en un juego algo que a ti siempre
te parecía tan importante y que lo jugase con contrincantes que, según tú –en
eso eras la típica madre–, ni estaban a la altura ni tenían mi pericia”,
escribe la autora nacida en Barcelona en 1972.
Aunque
lo que está en primer plano es el desorden que la lleva de los brazos de un
hombre a otro, incluyendo uno casado, un exmarido y alguno que otro amante
ocasional, lo que se encuentra en el fondo es una vuelta constante a los
últimos momentos de la vida de su madre, a la relación que se había articulado
entre ellos. Y, principalmente, a la sensación de orfandad que, sin importar
qué edad se tenga, pesa sobre el alma cuando se muere uno de nuestros padres. “Habíamos
hablado mucho de la muerte, pero jamás pensamos que la muy cabrona te
arrebataría la cabeza antes de llevarse también todo lo demás, que te dejaría
únicamente unas migajas de lucidez intermitente que sólo servirían para hacerte
sufrir más”, escribe y añade una vertiente más de drama a la muerte de su madre,
la pérdida de aquello que definía su vida: su cabeza. ¿Cómo darle sentido al
hecho de que una madre, en la noche de sus días pierda aquello que mejor la
identificaba? Una editora que enferma de la cabeza. Como una cama que no
ofreciera cobijo. Como un carro que se quedara sin ruedas. Como un piano
incapaz de tocar una nota.
La
muerte es un resumen, a veces irónico, de la vida. El luto, en cambio, es una
realización de la existencia. Una que cuesta mucho elaborar.
@michiroche
Quien debía escribir eres tú, Prácticamente en poco espacio lograste la emoción necesaria para seguir leyendo el libro, tenieindo como un fantasma al lado tu narración
ResponderBorrarGracias
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