jueves, 9 de abril de 2015

Schweblin: “Tener lo extraño más cerca lo hace menos monstruoso”

La carrera ascendente de la argentina Samantha Schweblin acaba de dar un nuevo giro ahora que se hizo acreedora de la cuarta edición del Premio Ribera del Duero que ofrece bianualmente la editorial española especializada en libros de cuentos, Páginas de Espuma.
Foto: Tamara Somoza
Cortesía Editorial Páginas de Espuma
Como es su costumbre, la autora presenta en este manuscrito siete cuentos que abordan lo extraño como actitud humana y que se construyen sobre la idea de lo complejas que son las relaciones humanas en las ciudades. Según su autora, “Siete casas vacías” representa “un avance del campo hacia la ciudad, hacia el realismo y hacia lo personal. Pájaros en la boca que es el libo que queda entremedio por ser el segundo que publiqué sucede en la ruta en le camino. También en el trabajo del género hay aquí cambios: me interesa muchísimo lo fantástico, pero también me doy cuenta de que cada vez lo abordo desde un lugar mucho más real y mucho más personal. Tener lo extraño más cerca lo hace menos monstruoso, pero lo hace mucho más terrible. Y a mi me gusta mucho esa tensión y trabajar con esa fuerza”, explica la también autora de Núcleo del disturbio (2002).
El extrañamiento en “Siete casas vacías” es uno de los vórtices de la narrativa de Schweblin obsesionada como está con el límite entre lo que es normal y lo que no lo es. “En mayor o menor medida, la literatura siempre trata de esto, porque lo que nos fascina, lo que buscamos  descubrir y entender cundo leemos, es siempre lo desconocido, la excepción, lo nuevo y lo extraño”, explica.

Venerar el cuento. Refiriéndose al Premio Ribera del Duero, la autora nacida en 1978 dijo que “estos galardones tienen una importancia vital no solo porque recompensan y estimulan el genero del cuento, por el que a veces pareciera que los escritores transitáramos como una suerte de etapa de aprendizaje para otros géneros, sino porque tiene que ver con algo que yo descubrí a los doce años y que envidié mucho en otros y que me cambió la vida para siempre: escuchar a mi abuelo recitar versos de Almafuerte a los gritos con la mano sobre el corazón o cuando mi amiga Anna citaba con tono afrancesado y con un gran lagrimón a un tal Julio Cortázar, me di cuenta de que había una energía  y una intensidad algo brutalmente placentero que era solo para ellos y de lo que yo quedaba absolutamente excluida. Este Premio que une literatura y vino tiene que ver con eso, con esa pasión que vi en ellos y que quise también para mi, la misma que me sentó por primera vez a leer y la años después me hizo también probar mis primeros sorbos de vino. Y eso es lo que quiero decir: que no fue placentera aquella primera vez; nosotros nunca estamos preparados para los primeros sorbos que tomamos en nuestra vida, es un sabor absolutamente desconocido; no son fáciles tampoco las primeras lecturas porque nos resistimos a todo lo que es nuevo y, a la vez, porque por extraño y por suerte nos fascina, esta es la alquimia irresistible que produce la combinación de lo nuevo y de lo desconocido, pero para que su efecto sea verdaderamente precioso la buena literatura y los mejores vinos necesitan también excelentes lectores y exquisitos bebedores. Así que brindo por este premio”.
Los personajes que habitan en libro de Schweblin están traspasados por el extrañamiento y la locura, una que la autora describe como “sana”, como una que a veces los “lleva a optar por soluciones un poco más insólita o extrañas pero que terminan siendo a veces bastante sensatas”. Y que surgen de su búsqueda narrativa sustentada sobre el análisis del “código social que hacemos entre todos los seres humanos” y al que llamamos normalidad.
“En inquirir qué está bien, qué está mal, qué es aceptable y qué no, me llama poderosamente la atención la cantidad de verdad que queda por afuera de estas preguntas y espero que también los personajes sorprendan a los lectores en este límite y en el ruido que hay sobre esto en cada uno de los cuentos” explicó la autora, a quien Rodrigo Fresán, presidente del jurado, y Guadalupe Nettel, ganadora del Premio Ribera del Duero en la pasada edición tacharon de “narradora “Davidlynchiana”
Al Premio Ribera del Duero este año llegaron más de 800 manuscritos de 53 países. Según el editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor, hubo una presencia destacada de manuscritos provenientes de Argentina, México y Colombia y otras dos escritoras mujeres fueron favoritas, Cristina Cerrada y Vera Giaconi, además de Schewblin, estuvieron entre las finalistas. Además de los nombrados, participaron como miembros del jurado los narradores Pilar Adón, Jon Bilbao y Andrés Neuman.

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Entrevista sobre el libro Distancia de rescate 

@michiroche

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