La carrera ascendente
de la argentina Samantha Schweblin acaba de dar un nuevo giro ahora que se hizo
acreedora de la cuarta edición del Premio Ribera del Duero que ofrece
bianualmente la editorial española especializada en libros de cuentos, Páginas
de Espuma.
Foto: Tamara Somoza Cortesía Editorial Páginas de Espuma |
Como es su costumbre, la
autora presenta en este manuscrito siete cuentos que abordan lo extraño como
actitud humana y que se construyen sobre la idea de lo complejas que son las
relaciones humanas en las ciudades. Según su autora, “Siete casas vacías” representa
“un avance del campo hacia la ciudad, hacia el realismo y hacia lo personal. Pájaros en la boca que es el libo que
queda entremedio por ser el segundo que publiqué sucede en la ruta en le
camino. También en el trabajo del género hay aquí cambios: me interesa
muchísimo lo fantástico, pero también me doy cuenta de que cada vez lo abordo
desde un lugar mucho más real y mucho más personal. Tener lo extraño más cerca
lo hace menos monstruoso, pero lo hace mucho más terrible. Y a mi me gusta
mucho esa tensión y trabajar con esa fuerza”, explica la también autora de Núcleo del disturbio (2002).
El extrañamiento en “Siete
casas vacías” es uno de los vórtices de la narrativa de Schweblin obsesionada
como está con el límite entre lo que es normal y lo que no lo es. “En mayor o
menor medida, la literatura siempre trata de esto, porque lo que nos fascina,
lo que buscamos descubrir y
entender cundo leemos, es siempre lo desconocido, la excepción, lo nuevo y lo
extraño”, explica.
Venerar el cuento. Refiriéndose al
Premio Ribera del Duero, la autora nacida en 1978 dijo que “estos galardones tienen
una importancia vital no solo porque recompensan y estimulan el genero del
cuento, por el que a veces pareciera que los escritores transitáramos como una
suerte de etapa de aprendizaje para otros géneros, sino porque tiene que ver
con algo que yo descubrí a los doce años y que envidié mucho en otros y que me
cambió la vida para siempre: escuchar a mi abuelo recitar versos de Almafuerte a
los gritos con la mano sobre el corazón o cuando mi amiga Anna citaba con tono
afrancesado y con un gran lagrimón a un tal Julio Cortázar, me di cuenta de que
había una energía y una intensidad algo brutalmente placentero que era
solo para ellos y de lo que yo quedaba absolutamente excluida. Este Premio que
une literatura y vino tiene que ver con eso, con esa pasión que vi en ellos y
que quise también para mi, la misma que me sentó por primera vez a leer y la
años después me hizo también probar mis primeros sorbos de vino. Y eso es lo
que quiero decir: que no fue placentera aquella primera vez; nosotros nunca estamos
preparados para los primeros sorbos que tomamos en nuestra vida, es un sabor
absolutamente desconocido; no son fáciles tampoco las primeras lecturas porque
nos resistimos a todo lo que es nuevo y, a la vez, porque por extraño y por
suerte nos fascina, esta es la alquimia irresistible que produce la combinación
de lo nuevo y de lo desconocido, pero para que su efecto sea verdaderamente
precioso la buena literatura y los mejores vinos necesitan también excelentes
lectores y exquisitos bebedores. Así que brindo por este premio”.
Los personajes que
habitan en libro de Schweblin están traspasados por el extrañamiento y la
locura, una que la autora describe como “sana”, como una que a veces los “lleva
a optar por soluciones un poco más insólita o extrañas pero que terminan siendo
a veces bastante sensatas”. Y que surgen de su búsqueda narrativa sustentada
sobre el análisis del “código social que hacemos entre todos los seres humanos”
y al que llamamos normalidad.
“En inquirir qué está
bien, qué está mal, qué es aceptable y qué no, me llama poderosamente la
atención la cantidad de verdad que queda por afuera de estas preguntas y espero
que también los personajes sorprendan a los lectores en este límite y en el
ruido que hay sobre esto en cada uno de los cuentos” explicó la autora, a quien
Rodrigo Fresán, presidente del jurado, y Guadalupe Nettel, ganadora del Premio
Ribera del Duero en la pasada edición tacharon de “narradora “Davidlynchiana”
Al Premio Ribera del
Duero este año llegaron más de 800 manuscritos de 53 países. Según el editor de
Páginas de Espuma, Juan Casamayor, hubo una presencia destacada de manuscritos
provenientes de Argentina, México y Colombia y otras dos escritoras mujeres
fueron favoritas, Cristina Cerrada y Vera Giaconi, además de Schewblin,
estuvieron entre las finalistas. Además de los nombrados, participaron como miembros
del jurado los narradores Pilar Adón, Jon Bilbao y Andrés Neuman.
@michiroche
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