Hace
cuatro años, un día 11 de marzo, Blanca Strepponi dejó Venezuela. Volvió a la Argentina,
país donde nació en 1952, pero aún le llegan los ecos de la república caribeña.
Por eso recuerda la fecha de su partida con exactitud.
Blanca Strepponi Foto: Nicolás Melini |
A
veces, los ecos que escucha son ruidos brutales, rastros de la violencia que se
reproducen por los medios de comunicación y permiten adivinar una guerra civil
no declarada –“el tema me atraviesa y a veces me altera profundamente”, dice–;
otras veces son recuerdos de la poesía que una vez pudo permitirse escribir en
las duermevelas de su profesión como editora, industria en la que fue activa
protagonista desde finales de la década de los años setenta. Uno de esos
sonidos la trajo la semana pasada hasta España para presentar una reedición de Diario de John Roberton, un libro suyo
publicado por primera vez en 1996 por el sello venezolano independiente Pequeña
Venecia y que ahora Ediciones La Palma coloca en las librerías europeas. El
libro presenta cinco cartas del cirujano escocés que acompañó a los ejércitos
patriotas en épocas del Congreso de Angostura, las mismas que Streponi inventó
a partir de un diario suyo que consiguió, traducido a medias el médico marabino
José Rafael Fortique. “Ese fue mi primer encuentro con el personaje. Me gustó su
tono; esa descripción objetiva que uno lee en sus diarios se debe a que tenía
una formación científica, lo cual me gustó. Además, era escocés y no se le veía
dado al sentimentalismo y su prosa era sobria y contenida. Sentí que ambos
éramos espíritus cercanos y no se en qué momento se me ocurrió que yo podía
reescribir ese diario tomando los recursos literarios de la poesía”, explica la
la premiada con la Bienal Ramos Sucre de Dramaturgia, el galardón de Poesía
Casa de la Cultura de Maracay y el de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo.
Aunque
continúa vinculada a la edición, Strepponi ahora apuesta también por su propia
obra, en la que ha destacado en teatro, poesía y literatura infantil, con textos
como Birmanos (1991), El médico chino (1999) y el libro para
niños Las historias de Claudia y Daniel
(2002). Enhorabuena.
– ¿De qué manera la
reedición de Diario de Roberton en
España le otorga un nuevo significado, 20 años de su primera edición?
–
La historia de Roberton ahora está más vigente que cuando la escribí, porque este
personaje, como la mayoría de nosotros, fue víctima de la historia y de sus circunstancias.
Para escribir este libro leí muchas crónicas de la época e incorporé personajes
que no están en su diario. Ellos –como Roberton– combatían donde les tocara, no
necesariamente desde sus ideales románticos. Eso desconcierta al escocés, también.
Pienso que esa misma falta de información se debe existir en los conflictos
actuales. ¿No será así también en Ucrania?, por ejemplo. Los que saben
realmente qué está pasando en una guerra son muy pocos: los que están arriba,
moviendo las piezas en los tableros de estrategias; todos los demás somos víctimas.
– La reflexión es
inquietante, porque entonces el que más sufre las guerras es el más
desinformado.
–
Uno mira hacia atrás, lo más que puede, y pareciera inevitable que hubiera
grandes crueldades, violencias y exterminios. Pareciera que ciertos avances
naturales o técnicos parecen estar basados en esas conquistas. Yo me pregunto
si eso era realmente inevitable. Porque una parte de mi es realista, pero hay
otra que mira las cosas de otro modo, en especial desde que me acerqué al budismo.
Y creo que si es posible otro tipo de persona e, incluso, de humanidad.
–
La imagen de la Cábala en el libro, que
usted identifica como del exilio de Dios, es crucial en el poemario. ¿Cuál es
la importancia para usted de la búsqueda espiritual dentro de la poesía?
–
Me sucede con frecuencia una percepción de lo sagrado en las cosas más
pequeñas, pero en este libro, en el cual me parecía que se planteaban los temas
clásicos de la humanidad –el individuo frente al mal, la crueldad y la
violencia– y está también la interpelación a Dios. En el momento en que escribí
el libro estaba cerca del judaísmo y de la Cábala incorporé las ideas sobre el espacio
que deja Dios cuando se retira, que es donde se realiza el mal; estos son los
momentos de grandes dudas para los creyentes, momentos de gran dolor.
– La criaron como judía y
ahora se declara budista. ¿Consigue elementos de conexión entre ambas maneras,
una occidental y otra oriental, de mirar al mundo?
–
No soy una experta, sino que mis intereses van cambiando, me acerco en un
momento y después muchas cosas de las que he aprendido se me olvidan. Las
religiones teístas son más fáciles de adoptar, porque es más fácil para una
persona creer un ser superior a creer que le ser superior eres tú, que es el
principio budista en el que todos formamos parte de un todo.
– ¿Qué le enseñó a su obra
escrita el trabajo de editora?
–
Aprendía a ser más amplia y flexible con la literatura.
@michiroche
No hay comentarios. :
Publicar un comentario