El único libro
de ficción publicado hasta ahora por el periodista y académico peruano Gustavo
Faverón Patriau es una sublimación macabra de la tragedia de un amigo suyo que
hace más de veinte años mató a su novia en un arranque psicótico.
Gustavo Faverón Patraiu Foto: Javier Zapta/ Cortesía Candaya |
Puesto de esa
manera, la anécdota parece trivial, indecorosa, burda. Pero es justamente lo
contrario: La historia de la vida real, que no es precisamente la que se lee en
El Anticuario –pues el libro se detiene
en otro momento de la vida y crea un protagonista que toma del compañero de la
juventud sin exponerlo por completo–, coloca en escena, travestido como un
coleccionista de antigüedades, a un bibliómano de prosapia que acumulaba
ediciones antiguas de libros y que prefería encerrarse con sus publicaciones antes
que tener contacto con la gente.
“Si tenía la
pistola con la que disparó a su novia era porque en esa época mucha gente con
dinero iba armada para defenderse de los secuestros que en las década de los ochenta
y noventa había muchos en Perú”, explica el
editor del libro Toda la sangre: Antología
de cuentos peruanos de la violencia política (2006).
Porque la
historia de la vida real como la de la ficción están ambientadas en aquella
Lima del siglo pasado, presa de una violencia en desbandada, una que todavía
aterrorizaba a Faverón Patriau cuando en 2006 comenzó a escribir los primeros
borradores, los mismos que fueron abandonados y retomados varias veces en más
de un lustro. “La novela tiene dos intenciones”, añade el autor del libro de
historia Rebeldes (2006) y del libro
de teoría literaria Contra la alegoría (2011):
“el primero era exorcizar el problema de mi amigo, que ya tenía mucho tiempo
obsesionándome y, el otro, hacer una novela alegórica a la guerra del Perú”.
Conflicto macabro. Cuando en 1980
se desató en Perú el conflicto armado que contaba con la organización de
inspiración maoísta Sendero Luminoso como su principal agente, el actual
profesor asociado en Bowding College tenía apenas trece años de edad: “Cuando
capturaron a Abimael Guzmán en 1992, yo tenía 25 años, así que este
enfrentamiento ocupó casi toda mi vida ciudadana y entendí que la violencia
privada también es pública y la pública, privada. Por eso mi interés en esta
novela era sugerir, en lugar de elaborar relaciones claras. No quería escribir
una novela realista sobre Sendero Luminoso”.
Admirador de la
prosa de su compatriota Mario Vargas Llosa, Faverón Patriau explica que este
pasado tormentoso peruano fue crucial para la recepción de la novela en América
Latina, pero que en Estados Unidos los críticos la leyeron como un misterio
policial o una novela gótica. The New
York Times la clasificó como “deliciosamente macabra”, quizá por su
coqueteo con la brutalidad de las pasiones más íntimas y su interesante retrato
de un tipo intelectual de criminal que es también, en el fondo, una víctima de
sus circunstancias.
Pasado y presente. La anécdota en El Anticuario comienza cuando Daniel, luego de pasar tres años
interno en un hospital psiquiátrico, busca a su amigo Gustavo para contarle los
detalles del crimen que lo llevó hasta ese lugar: el asesinato de su prometida.
Allí comienza una extraña investigación que une a la novela policial, las
metáforas del cuerpo y la literatura como herramientas de placer y sacrificio. La
ciudad construida como un espiral que actúa como imagen de la novela parece
indicar al lector un misterio elíptico que siempre parece acercarse a un punto
central, sin saber bien cómo tocarlo.
Las pesquisas de
Gustavo, como también sus recuerdos de la juventud al lado de Daniel, se
constituyen en los pivotes de una narración lúcida y erudita que embriaga al
lector, en especial si es un amante irredento de los libros, como el hombre
metido en el psiquiátrico.
Ahora editada en
España por el sello catalán Candaya, esta novela se publicó por primera vez en
Lima en el año 2010 y en Estados Unidos al año siguiente. En estos momentos se
la traduce al turco, al árabe, al chino y al japonés.
El Anticuario, de Gustavo Faverón Patriau demuestra
que es posible hacer arte con piezas de la realidad violenta y de la ficción
libresca.
@michiroche
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