José
María Merino descubrió su vocación de escritor inventando realidades en el
colegio de los hermanos maristas donde pasó su infancia. La revelación le vino
a partir de una visita a la central térmica de Pontferrada, de la cual se
escapó a última hora y por eso, cuando le tocó hacer una composición sobre la
jornada, tuvo que ingeniárselas a partir de retazos de las historias que le
contaron los compañeros que sí habían asistido a la actividad. Cuando llegó el
momento de evaluarlo, el maestro le pidió que leyera su escrito en voz alta y
Merino temió que le reprendieran cuando quedara en evidencia que no había
asistido a la actividad. En cambio, le felicitaron por su “capacidad de
observación, lo bien reflejado que estaba el ambiente de lugar y los aspectos
esenciales de la central”. Así lo cuenta en su más reciente libro de cuentos, La trama oculta.
José María Merino Foto: Pablo Rubio Merino/ Cortesía Páginas de Espuma |
En el mismo momento en
que había descubierto su vocación de escritor, el autor nacido en La Coruña en
1941 supo que “la ficción construye una forma exclusiva de verdad”. Quizá ese niño
no le había mentido a su maestro: había estado allí gracias a la capacidad que
tienen las historias para transportar a la gente. Y con los años dedicados a
pergeñar narraciones sobre hojas de papel, hizo de esta aseveración el leit motiv de su obra, como también su
preocupación literaria más pertinaz, tal y como lo expresó en el discurso que
leyó en abril 2009 cuando aceptó silla en la Real Academia de la Lengua Española.
Con
varias novelas y libros de cuentos –así como también algunos poemarios, sobre
los cuales no le gusta hablar– Merino es un profesional de las letras tan experimentado
y de tanto prestigio que se ha hecho merecedor de importantes premios en
narrativa como el de la Crítica en 1986, el Miguel Delibes (1996), el Ramón Gómez
de la Serna (2004) y el Gonzalo Torrente Ballester (2006), entre otros, y es una
referencia obligatoria para quien quiera conocer el cuento español contemporáneo.
Lo que quienes no lo conocen en persona, sin embargo, no saben es que es también
un gran conversador. A continuación, Colofón
Revista Literaria reproduce a penas unos instantes de sus opiniones sobre
el oficio que más le apasiona.
– En el libro de cuentos La trama oculta, así como en otros
ensayos sobre el oficio de escribir se refiere a lo que está detrás del arte de
construir ficciones ¿Cómo comienza el proceso para crear una pieza narrativa?
–
Primero, tiene que haber una predisposición: Debe gustarnos leer, contar o narrar;
estar en el mundo de la ficción. Luego vienen las obsesiones, las manías de
cada uno. Cuando he dado algún curso de literatura siempre le digo a mis
discípulos: “Sed fieles a vuestras obsesiones. Si sois piadosos, pensad en
temas piadosos; si sois crueles, pensad en temas crueles”. Después de la
predisposición y la fidelidad viene la mirada que cada uno tiene. A mi, por
ejemplo, todo me parece muy raro en el mundo; por eso mis cuentos o novelas
están impregnados de esa extrañeza.
– ¿Cuál es el mejor consejo
literario que le han dado?
–
Cuando empecé a escribir no había talleres literarios. En España yo viví
intensamente el franquismo y entonces aprendíamos Historia de la Literatura, pero
no leíamos. Yo sí lo hacia, por mi padre que era buen lector. Ahora en España
hay buen nivel en la narrativa breve no solo por los talleres, sino porque,
además, hay muchos latinoamericanos, lo cual ha permitido una feliz integración
de las dos orillas. Los talleres están ayudando a la gente a escribir mejor y a
reflexionar más sobre lo que hacen, pero sin la lectura no hay taller que
valga.
– ¿Qué hace que una idea o
cuento se convierta específicamente en cuento o en novela?
–
El cuento lo ves o no lo ves. La novela no; es un viaje de exploración. Tienes
una mochila con varias cosas adentro y comienzas a explorar sus lógicas
secretas: de pronto se te ocurre otra cosa y dices ¡ah! Y enlazas una cosas con
otras. Eso es lo que más me gusta de ese género. Del cuento, lo que más disfruto
es lo que tiene de la lectura del poema: que lo ves. El cuento es una relación
intensa y pasajera; la novela es un matrimonio, pero en esa relación se van
produciendo encuentros que tú no te esperabas.
– ¿Por qué no ha vuelto a
escribir poesía?
–
Porque ella me abandonó… La verdad es que mi poesía era muy narrativa, creo que
escribí minicuentos antes de saber qué hacía. Por eso derivé naturalmente hacia
la prosa. A mi la poesía me enseñó mucho, pero a partir de un momento, cuando
me imaginaba las cosas, ya no lo hacía en forma de poemas sino de cuentos o
novelas.
– Alex Grijelmo dice que
uno tiene una relación sentimental con las palabras.
–
Yo no tengo una palabra favorita. Las palabras siempre me han encantado. En mi
casa, todos los diccionarios que había, incluso el de Espasa los he heredado
yo, porque además nadie quería esa tonelada de libros. Cuando me hicieron
académico en 2009, yo les decía a los compañeros: “me dan la letra “m”, ¡qué
maravilla!: me dan la palabra ‘madre’, ‘manantial’, ‘melancolía’, ‘madurez, ‘montaña’,
qué se yo… ¡Todas esas palabras me gustan! Así, una solo, la que más deguste…
no sabría cuál escoger. Aunque hay veces que sí se me ocurren rápido las
palabras. Un día un periodista me preguntó cómo definiría el tiempo en que
vivimos con una palabra y yo le respondí: “ominoso”.
Lea la reseña de La trama oculta aquí.
Lea la reseña de La trama oculta aquí.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario