martes, 3 de marzo de 2015

José María Merino: “Todo me parece muy raro en el mundo”

José María Merino descubrió su vocación de escritor inventando realidades en el colegio de los hermanos maristas donde pasó su infancia. La revelación le vino a partir de una visita a la central térmica de Pontferrada, de la cual se escapó a última hora y por eso, cuando le tocó hacer una composición sobre la jornada, tuvo que ingeniárselas a partir de retazos de las historias que le contaron los compañeros que sí habían asistido a la actividad. Cuando llegó el momento de evaluarlo, el maestro le pidió que leyera su escrito en voz alta y Merino temió que le reprendieran cuando quedara en evidencia que no había asistido a la actividad. En cambio, le felicitaron por su “capacidad de observación, lo bien reflejado que estaba el ambiente de lugar y los aspectos esenciales de la central”. Así lo cuenta en su más reciente libro de cuentos, La trama oculta
José María Merino
Foto: Pablo Rubio Merino/
Cortesía Páginas de Espuma
En el mismo momento en que había descubierto su vocación de escritor, el autor nacido en La Coruña en 1941 supo que “la ficción construye una forma exclusiva de verdad”. Quizá ese niño no le había mentido a su maestro: había estado allí gracias a la capacidad que tienen las historias para transportar a la gente. Y con los años dedicados a pergeñar narraciones sobre hojas de papel, hizo de esta aseveración el leit motiv de su obra, como también su preocupación literaria más pertinaz, tal y como lo expresó en el discurso que leyó en abril 2009 cuando aceptó silla en la Real Academia de la Lengua Española.
Con varias novelas y libros de cuentos –así como también algunos poemarios, sobre los cuales no le gusta hablar– Merino es un profesional de las letras tan experimentado y de tanto prestigio que se ha hecho merecedor de importantes premios en narrativa como el de la Crítica en 1986, el Miguel Delibes (1996), el Ramón Gómez de la Serna (2004) y el Gonzalo Torrente Ballester (2006), entre otros, y es una referencia obligatoria para quien quiera conocer el cuento español contemporáneo. Lo que quienes no lo conocen en persona, sin embargo, no saben es que es también un gran conversador. A continuación, Colofón Revista Literaria reproduce a penas unos instantes de sus opiniones sobre el oficio que más le apasiona.

– En el libro de cuentos La trama oculta, así como en otros ensayos sobre el oficio de escribir se refiere a lo que está detrás del arte de construir ficciones ¿Cómo comienza el proceso para crear una pieza narrativa?
– Primero, tiene que haber una predisposición: Debe gustarnos leer, contar o narrar; estar en el mundo de la ficción. Luego vienen las obsesiones, las manías de cada uno. Cuando he dado algún curso de literatura siempre le digo a mis discípulos: “Sed fieles a vuestras obsesiones. Si sois piadosos, pensad en temas piadosos; si sois crueles, pensad en temas crueles”. Después de la predisposición y la fidelidad viene la mirada que cada uno tiene. A mi, por ejemplo, todo me parece muy raro en el mundo; por eso mis cuentos o novelas están impregnados de esa extrañeza.

– ¿Cuál es el mejor consejo literario que le han dado?
– Cuando empecé a escribir no había talleres literarios. En España yo viví intensamente el franquismo y entonces aprendíamos Historia de la Literatura, pero no leíamos. Yo sí lo hacia, por mi padre que era buen lector. Ahora en España hay buen nivel en la narrativa breve no solo por los talleres, sino porque, además, hay muchos latinoamericanos, lo cual ha permitido una feliz integración de las dos orillas. Los talleres están ayudando a la gente a escribir mejor y a reflexionar más sobre lo que hacen, pero sin la lectura no hay taller que valga.

– ¿Qué hace que una idea o cuento se convierta específicamente en cuento o en novela?
– El cuento lo ves o no lo ves. La novela no; es un viaje de exploración. Tienes una mochila con varias cosas adentro y comienzas a explorar sus lógicas secretas: de pronto se te ocurre otra cosa y dices ¡ah! Y enlazas una cosas con otras. Eso es lo que más me gusta de ese género. Del cuento, lo que más disfruto es lo que tiene de la lectura del poema: que lo ves. El cuento es una relación intensa y pasajera; la novela es un matrimonio, pero en esa relación se van produciendo encuentros que tú no te esperabas.

– ¿Por qué no ha vuelto a escribir poesía?
– Porque ella me abandonó… La verdad es que mi poesía era muy narrativa, creo que escribí minicuentos antes de saber qué hacía. Por eso derivé naturalmente hacia la prosa. A mi la poesía me enseñó mucho, pero a partir de un momento, cuando me imaginaba las cosas, ya no lo hacía en forma de poemas sino de cuentos o novelas.

– Alex Grijelmo dice que uno tiene una relación sentimental con las palabras.
– Yo no tengo una palabra favorita. Las palabras siempre me han encantado. En mi casa, todos los diccionarios que había, incluso el de Espasa los he heredado yo, porque además nadie quería esa tonelada de libros. Cuando me hicieron académico en 2009, yo les decía a los compañeros: “me dan la letra “m”, ¡qué maravilla!: me dan la palabra ‘madre’, ‘manantial’, ‘melancolía’, ‘madurez, ‘montaña’, qué se yo… ¡Todas esas palabras me gustan! Así, una solo, la que más deguste… no sabría cuál escoger. Aunque hay veces que sí se me ocurren rápido las palabras. Un día un periodista me preguntó cómo definiría el tiempo en que vivimos con una palabra y yo le respondí: “ominoso”.

Lea la reseña de La trama oculta aquí.

@michiroche




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