La voz erudita pero sin ornatos que suena en ¿Hay vida en la Tierra? hace del libro
de Juan Villoro una obra fundamental para la biblioteca tanto de sus fanáticos,
como la de aquellos que comienzan a descubrirle.
Edición Almadía (México, 2013) |
Publicado en México por el sello independiente Almadía en
2012, en España por Anagrama y en Venezuela por Puntocero, el libro presenta
una centena de sus artículos de opinión seleccionados entre los escritos desde
mediados de la década de los años noventa hasta 2011 en las columnas
“Autopista” y “Domingo Breve” que hasta 1999 tuvo en el periódico La Jornada Semanal, la titulada “Días robados”
que sacó en la revista Letras Libres
entre 2001 y 2004 y las colaboraciones que por cinco años publicó en el diario Reforma.
Los textos escogidos aquí no corresponden exactamente con el
estilo de prosa de las páginas editoriales de la prensa diaria en las cuales se
disecciona la realidad a partir del análisis de una propuesta. Las entradas de ¿Hay vida en la Tierra? se acercan más a
la crónica –que el mismo Villoro define como “el ornitorrinco de los géneros”– al
presentar la breve narración de episodios reales o ficticios, con el objeto de
asegurar la atención del lector para quien resulta más fácil digerir la exposición
de ideas abstractas a través de breves situaciones concretas. En “Cien
historias”, que sirve de prefacio a la publicación, el mexicano nacido en 1956
se refiere a esta particularidad que atraviesa todos los escritos de este libro que “reúne artículos, o
articuentos, como Juan José Millás llama a los aguafuertes periodísticos donde
explora la fantasía de los hechos que aspiran a la condición de relatos
accidentales” y los cuales –cuando los concebía para los medios de
comunicación– intercalaba con otros relacionados con la pauta periodística de
la semana que, según dice, “de manera más convencional justificaron mi papel de
editorialista”. Así, hallaban desembocadura en la pluma del mismo autor la
inmediatez del comentario noticioso y la profundidad de la crítica social, bien
fuere por medio del análisis concienzudo propio del colaborador periodístico o
de la narración sencilla de este heredero intelectual del también mexicano
Carlos Monsiváis (1938-2010).
Pero si Villoro prefiere presentar breves narraciones es
porque, como ocurre también en las buenas antologías de cuentos, ¿Hay vida en la Tierra? muestra el
catálogo de sus obsesiones literarias, entre las cuales figuran los rasgos de
identidad de su país, el entrecruzamiento de la cultura popular con las
tradiciones folklóricas y los efectos de las nuevas tecnologías sobre las
relaciones humanas. En esta colección de brevísimas obras maestras, el
narrador, ensayista y reportero referencial de las letras mexicanas de estos
tiempos trata con asuntos tan disímiles como la reconfiguración de las
relaciones que ha causado la omnipresencia del celular –“que alguien te
fotografíe con un teléfono debería ser una transgresión simbólica tan obvia
como que un cura te dé la bendición con un zapato”, escribe– o los
encantamientos mexicanos para mejorar el clima, que son sospechosamente
parecidos a los venezolanos, incluyendo el cuchillo que antes de las fiestas se
clava en la tierra para evitar que llueva –pues “la superstición es la forma más
práctica de enfrentar los enigmas de la naturaleza”, según concluye–. Más
adelante disecciona la identidad nacional mexicana, no a partir del significado
de las rancheras sino del personaje más estereotipado de su cultura: el mariachi.
“Prefiero que me den toques eléctricos a oír mariachi”, dice a un amigo que
sintió insultado su nacionalismo al oírle. Pero Villoro encuentra en el perfil
del músico nacional un revés interesante al pesimismo de sus compatriotas: “la
contradicción entre orgullo fiestero y la crítica de nuestras lacras encuentra
perfecta expresión en una música que nos exalta y nos aturde en idénticas
dosis. ¿Hay mejor forma de mezclar irreconciliables intereses?”, propone en la
entrada titulada “Se me olvidó otra vez”. Y es tal mezcla entre lo pop y lo
tradicional, fundamentados sobre la erudición de quien ha sido profesor en la
Universidad Autónoma de Madrid, en Yale, la Pompeu Fabra de Barcelona y
Princeton la que evidencia la importancia de este título como caleidoscopio de
la extensa obra de Villoro.
@michiroche
Nota: una versión de esta reseña fue publicada en el
blog de la institución financiera Banesco (http://blog.banesco.com/blog/)
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