“Mi cuerpo es tu casa.
Tu casa es mi celda.
Mi celda es tu puente”
En: “La Casa
Vacía” de Eva Díaz Riobello,
Teresa Serván e
Isabel Wagemann (Microlocas)
Wollstonecraft. Hijas del Horizonte |
A
pesar de la desconfianza que el feminismo tiene por la maternidad, tratándose
de la relación entre Mary Shelley y su madre, Mary Wollstonecraft, pienso que se
articula una interesante línea (consanguínea) de influencia. El más reciente
proyecto editorial de Los Hijos de Mary Shelley, grupo cultural cuya andadura
comenzó en 2010, me hace pensar que la intersección entre los compromisos
intelectuales de ambas se encuentra en el deleite con el cuerpo femenino y la
mente que lo acompaña. Si, como Kristeva defiende, lo materno irrumpe en lo
simbólico, en eso que es anterior al lenguaje –al tan lacaniano Nombre del
Padre–, me pregunto si su relación materno-filial no estaría marcada la palabra
justa. Como hipótesis apenas puedo adelantar una lista de motivos: el lugar de
la mujer en la sociedad, el interés en la ciencia como promesa de un mundo
diferente y lo siniestro como contraparte de la civilización. Estos son los
mismos temas que aglutinan los treinta y seis cuentos en Wollstonecraft. Hijas del Horizonte.
La
obra de la ecuatoriana María Fernanda Ampuero que ganó el primer lugar del
quinto certamen de relato y narración oral que organiza este proyecto, “¿Quién
dicen los hombres que soy?”, reescribe el Nuevo Testamento tomando como
protagonista a María Magdalena, haciendo gala de cierto feminismo gnóstico, en
boga desde hace 20 años. En “Evelyn McHale”, Patricia Esteban Erlés conecta lo sobrenatural
con la historia de un suicidio que la revista estadounidense Life llamó “el más bello” en el año 1947,
al establecer un vínculo entre la visión del ángel de la muerte, propia de los
cuentos góticos de Shelley, y lo que fuera una constante en Wollstonecraft,
quien intentó quitarse la vida cinco veces y murió de complicaciones con el
parto de la autora de Frankenstein o el
Moderno Prometeo (1818). En “Muñeca de miel” el motivo del terror como fotografía
en negativo de la civilización toma tintes sociales. Allí, Beatriz Rodríguez
Delgado conecta lo mejor de la tradición española de la narrativa corta con el
mundo de la infancia femenina: “Si pasas hambre durante mucho tiempo, cuando el
estómago te deja de doler, y el mal humor y la debilidad se meten en tu piel
como si hubieras nacido con una enfermedad incurable, pasa a tu mente, y ahí se
queda para siempre”.
La parodia de la realidad por medio de
una visión extrañada de lo científico, que fue el logro de Frankenstein, se conecta con la construcción grotesca del patriarcado
que inspiró el ensayo más célebre de Wollstonecraft; ambas perspectivas se
juntan en el inquietante cuento de Ernesto Pérez Zúñiga, “La válvula”, donde
una exitosa cardióloga mira a uno de sus pacientes convertirse –o reafirmarse,
más bien–, casi de forma literal, en un cerdo machista. El texto de ciencia
ficción de Cristina Fallarás, “La vindicación de Mary Wollstonecraft”; donde la humanidad no sobrevive a las comunas “de
género”, representa el maridaje entre el feminismo político de la madre y la
crítica social de la ficción de la hija. A través del mismo género, pero
acercándose al Nuevo Testamento, Rafael Marín describe una personalidad
alternativa para la Virgen María –“ella, que no sabía aprovechar la femineidad
de la que podría haber gozado”– en una autómata llamada “Futura” en el relato
homónimo.
No
solo el género del relato moderno están presentes. En el monólogo de José
Carlos Somoza, por ejemplo, un ARTISTA se
asume como director y “dirige” al público, al tiempo que deja en evidencia que
el actor es un vampiro de la atención de los espectadores. Otro monólogo es el
escrito por Paloma Pedrero donde habla la propia Mary Wollstonecraft. “Casa
Vacía” es un compendio de relatos brevísimos con fotografías de Olga Simón que
firman tres “Microlocas”: Eva Díaz Riobello, Teresa Serván e Isabel Wagemann. La
hibridación se encuentra la entrada titulada “La marioneta” que firman
Alejandra García-Casarrubios y Jesús Cisneros Gurumeta en la que a historia de una
mujer dividida entre la humanidad y el automatismo se confrontan con las
imágenes de un hombre gigante. También está intervenido por imágenes el cuento
de Laura Muñoz “1,828 metros son seis pies”, donde la narradora se pregunta:
“¿A qué huele la muerte?”. Y –¿por qué habría de faltar?– se incluye en el
libro también una nota de repostería titulada “Delicias Wollstonecraftianas”
como la que presenta una mujer que firma “La descendiente” quien afirma haber
encontrado la receta para la vida eterna.
Wollstonecraft. Hijas del
Horizonte es el quinto
libro del proyecto cultural Los Hijos de Mary Shelley llevado a cabo por un
grupo de amantes del gótico reunidos por Fernando Marías, entre quienes están Silvia
Pérez Trejo, Nuria Valera, Ramón Pernas, Begoña Minguito, Felipe Samper y Asis
G. Ayerbe, entre otros.
Además
de un apuesta por la ficción, el libro contribuye con los estudios del
feminismo en castellano al presentar una versión bilingüe del manifiesto La Vindicación de los Derechos de las
Mujeres (traducida por Cristina Macía y Ana Diaz Eiriz), junto con otros
tres textos que conforman una biografía de esta enigmática heroína. Epsido
Freire escribe sobre el intento de suicidio en 1795 de quien fuera conocida
como la “amazona intelectual”, comparándola con personajes de la literatura
marcadas con el mismo sino de la Ofelia de Hamlet
y la enamorada de Lancelot en una vieja leyenda medieval retomada por
Thomas Malory en La muerte de Arturo (1485). “Tratándose de Mary Wollstonecraft, es
más sencillo contar sus muertes que sus resurrecciones”, escribe Nuria Varela
en un texto que profundiza en los otros cuatro intentos de quitarse la vida.
Completa la sección “¿Quién es Mary Wollstonecraft? Sahida Hamido que escribe
la biografía de la autora en primera persona.
Hijas del Horizonte enseña que el trabajo intelectual de
ambas “Marías” estuvo marcado por las mismas preocupaciones, como si pudieran
heredarse en los genes. A veces, para entender las preocupaciones de las hijas
hay que conocer las obsesiones de las madres.
@michiroche
Los
Hijos de Mary Shelley llega a su primer lustro y hasta la fecha ha publicado
interesantes antologías de narraciones siniestras como Piedad y deseo (2014), La soledad es el hogar del monstruo (2013), Shukran (2012) y Cronotemia (2011).
Hace poco comenzó también su apuesta por el teatro.
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